La honestidad intelectual es un autoimpuesto código de principios que rige la coherencia entre la reflexión pensada y la conducta visible. Es una especie de culto a la integridad y a la sostenibilidad de convicciones, aun en situaciones de inconveniencia personal. Su práctica denota despreciar la hipocresía y el autoengaño, tanto en la palabra como en la acción. El individuo intelectualmente honesto posee independencia de criterio y valentía para defender su juicio o cuestionar lo que considere falso, sin importar que se antagonicen nociones populares
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